15 años del almendro en seto: hablan los pioneros del modelo
Tras 15 años de innovación y adaptación, este modelo se ha convertido en un referente de la agricultura moderna.
Hace quince años, cuando aún era impensable mecanizar el cultivo del almendro, dos profesionales —Joan, desde el área técnica de Agromillora, y Josep María Roca, agricultor de Aragón— decidieron dar un paso firme: adaptar el almendro al sistema en seto.
La inspiración vino de uno de los viajes a California, donde ya se veía con claridad cómo la tecnificación y el manejo preciso permitían alcanzar grandes producciones. Fue entonces cuando se plantearon: ¿por qué no intentar algo similar aquí?
Pronto entendieron que el éxito del modelo dependería, en gran medida, del material vegetal.

Así, desde Agromillora comenzaron a ensayar con diferentes portainjertos —especialmente híbridos con sangre de ciruelo, que llevaron a la creación de la línea Rootpac, con los portainjertos Rootpac 20, Roopac 40 y Rootpac R— buscando un menor vigor y una mejor adaptación al sistema lineal que requiere el seto.
La oportunidad surgió con una finca de apenas una hectárea y media. Con esa pequeña superficie comenzó el ensayo. Ambos tenían experiencia previa en olivar y frutales en seto, lo que facilitó trasladar conocimientos y acelerar el aprendizaje. Las plantaciones de olivar ya tenían unos 15 años y fueron clave para poder trasladar la experiencia adquirida al almendro. Aun así, el almendro es mucho más exigente que el olivo, afirma Roca.
El camino no fue fácil. Como recuerda Josep Maria, al principio hubo muchos errores. Se Intentaron formar árboles con eje central, pero el viento dominante torcía todas las plantas. Fue entonces cuando se impuso el concepto de “muro productivo”: estructuras simples, sin ramas fuertes, que permitieran el paso eficiente de la cosechadora. Esta corrección, junto con un manejo agronómico más afinado —fertirrigación, poda y control sanitario— permitió que el sistema evolucionara con rapidez.
Las producciones, que en un principio parecían un sueño, pronto comenzaron a ser una realidad. Superar los 2 000 kg/ha dejó de ser una utopía.

Josep María reconoce que han alcanzado hasta 2 600 kg/ha, cifras impensables hace unos años. “Si lo hubieras dicho entonces, antes de que California nos mostrara el camino, te habrían quemado en la hoguera”, bromea.
Sin embargo, no todo es replicable. Aumentar la resistencia a la sequía, por ejemplo, implica introducir más genética de almendro en los portainjertos, lo que puede traducirse en menor tolerancia a la asfixia radicular, comenta Joan Samsó: “no queremos perder lo bueno que ya tenemos por un nuevos escenario que puede ser incierto, no debemos hacer que sea peor el remedio que la enfermedad”, concluye el socio fundador de Agromillora. En zonas húmedas del norte se podrían asumir esos cambios, pero en los valles fértiles del sur parece más prudente mantenerse dentro de los portainjertos ya probados.
Respecto a la vida útil del seto, la visión es clara: se trata de producir mucho y pronto. Si el cultivo mantiene buenas medias durante 20 o 25 años, ya será un éxito. Pensar en longevidades de 40 años o más, como ocurre con el olivar tradicional, no es prioritario. En palabras de Josep María, “dentro de mil años ninguno estaremos aquí, lo importante es sacar el jugo cuanto antes”.
Hoy, con 15 años de experiencia acumulada, el almendro en seto ya no es un experimento. Es una realidad consolidada que sigue evolucionando. Para los pioneros, el reto no está solo en alcanzar cifras récord, sino en mantenerlas año tras año sin comprometer la sostenibilidad del sistema. Porque al final, como bien dicen ellos, los récords están bien para presumir a veces, pero lo que realmente importa es que el sistema sea rentable y estable en el tiempo