Usted ha vivido en primera persona la transformación del viverismo vitícola. ¿Cómo ha evolucionado el sector desde que comenzó su carrera?
¿En qué sentido ha cambiado el consumo?
Durante años, especialmente en las décadas de los 90 y 2000, estuvo de moda el vino tinto estructurado, con alto grado alcohólico, potente. Era lo que gustaba, especialmente al público joven. Pero hoy es prácticamente lo contrario.
Nowadays, daily consumption is mostly limited to people over 40 or 50. Younger consumers drink wine mainly on weekends, occasionally, and they tend to prefer white wines, sparkling wines, or frizzantes with lower alcohol content, fresher profiles, good acidity, and easy drinkability. This shift demands a rethinking of the viticulture model: new varieties and new production methods.
¿Qué papel juega el cambio climático en esta transformación?
¿Y qué pasa con la comunicación hacia el consumidor?
Justamente, la sostenibilidad es un tema recurrente. ¿Cómo influye en la selección varietal?
Mucho. El uso intensivo de fitosanitarios ya no es aceptado por el consumidor informado. Por eso hemos trabajado en el desarrollo de variedades resistentes a enfermedades. En Italia, ya hemos registrado 14 nuevas variedades resistentes, como “Soreli”, un blanco afrutado que ha tenido buena acogida entre consumidores jóvenes.
Estas variedades permiten reducir el uso de fitosanitarios entre un 50% y un 80%, según la presión de enfermedad de cada zona. Estamos trabajando en otras variedades con doble o triple resistencia genética a mildiu, oídio, black-rot y también tolerancia a nematodos.
